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05/08/2020

Dentro de la extensa lista que contiene el género Scorpaena, podemos distinguir algunas especies que observamos habitualmente en nuestras inmersiones. En concreto los avistamientos más comunes son sobre tres especies: la Escórpora (Scorpaena scrofa Linnaeus, 1758), la Rufína (Scorpaena notata Rafinesque, 1810) y la Escórpora Oscura o Rascacio (Scorpaena porcus Linnaeus, 1758).

Sin embargo en las mismas aguas mediterráneas pero a mayores profundidades se han observado otras especies como: Scorpaena elongata Cadenat, 1943, Scorpaena stephanica Cadenat, 1943, Scorpaena maderensis Valenciennes, 1833.

 
Estos animales y en concreto la bella, colorida y emblemática Escórpora, siempre está ahí junto a nosotros como un compañero mas, observando paciente y de mirada penetrante, todo y su potente aspecto, con su actitud relajada transmite serenidad.

Son omnipresentes a la lo largo de la ribera Mediterránea y en concreto en la Costa Brava.

Se localizan en fondos rocosos o coralígenos a partir de 20 m. de profundidad, viven inmóviles en el fondo (bentónico) y cuando son molestadas se desplazan rápido y a corta distancia y vuelven a quedarse quietas.


Son solitarias pero a veces pueden convivir juntas dentro de la misma formación rocosa.

En el caso de la Scorpaena notata, es muy común encontrarla en nuestros buceos en el interior de cuevas.

La Scorpaena porcus es la menos común de las tres, y a veces si no se presta atención se confunde con la scrofa, a pesar de que porcus se distingue fácilmente porque no tiene lóbulos en el mentón y dispone de un gran tentáculo sobre los ojos.




Su comportamiento jamás es agresivo, pero si accidentalmente se produjera una picadura, hay que tener en cuenta que todos los radios espinosos están conectados a glándulas venenosas que provocan dolor, inflamación y en algunos casos extremos incluso fiebre.

El veneno sigue siendo activo durante mucho de tiempo después de la muerte del pez. 
 
Como curiosidad cabe citar que tienen la capacidad de cambiar de color en unos minutos, para adaptarse al fondo marino.

Si se excita levanta ostensiblemente las espinas de las aletas y de los opérculos.

En el caso de la scrofa su blanca y sabrosa carne es muy apreciada históricamente en la gastronomía local, siendo la base de conocidos platos mediterráneos, a diferencia de las otras dos que apenas tienen valor comercial.

Texto y fotografías: Joan Miquel Flamarich.
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